Descubrí en Granada de la mano
de una almeriense otra manera de ver Granada, el turismo religioso.
En
Bogotá un programa para sentirse en otra época y lugar es entrar a los antiguos
templos de esta cosmopolita ciudad, cada uno es una obra de arte, lleno de
sorpresas, belleza y sobre todo lo que más encuentro en las Iglesias, mucha
calma y paz.
En
Granada cada iglesia es un lugar único. Cada iglesia representa una época o un
movimiento artístico y pictórico que está plasmado por toda la ciudad, al igual
que la Universidad. No
podría decir cual es la más hermosa.
Dos
lugares llevo en mi alma, uno es la Capilla de la Residencia con una
imagen de Jesús Resucitado, el que venció la muerte, el Jesús de la luz, del
amor, de la verdad y la vida.
Y
el otro, es una iglesia de la cual no me sé el nombre, es una iglesia de un
convento de claúsura y las hermanas estaban atrás y una reja las separaba de
quienes estábamos allí, la misa fue cantada por estas hermanas, cuando
quiero pensar como cantan los ángeles, estoy segura que cantan como las monjas
de ese convento de claúsura... fue algo celestial.
Granada
con su tradición árabe tiene también su Mezquita y este lugar también está
lleno de mucha paz e historia y está en un lugar privilegiado, creo que
con la mejor vista del mundo: La Alhambra, Granada y Sierra Nevada.
En
Toledo conocí la sinagoga, un lugar blanco y antiguo parte de la Judería
presente en toda España.
De
este turismo religioso, casi no tengo fotografías, tomé muy pocas... sólo tengo
los recuerdos de compartir con las hermanas de la residencia, de ir a
misa con Regina, con Carmen María, sola... acompañada, de la semana santa,
orando, rezando, llorando, dando gracias, en fin, teniendo más cerca del alma y
del corazón a quienes tanto quiero y que estaban lejos y sintiendo
las manos de Dios presentes, esas manos que nunca nos sueltan y mostrándome
que es posible que diversas culturas y expresiones religiosas convivan
pacíficamente en un mismo lugar, el Andalus da fe de ello.