Oraciones a los Santos Arcángeles y Ángeles



SAN MIGUEL ARCÁNGEL

San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra las perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.

SAN GABRIEL ARCÁNGEL

San Gabriel Arcángel, mensajero del Señor, Oh Dios, que entre todos los ángeles elegiste al Arcángel San Gabriel para anunciar el misterio de tu Encarnación; concédenos benignamente que los que celebramos su festividad en la tierra, experimentemos su patrocinio en el cielo. Amén. 
(Aquí se pide la gracia que se desea conseguir)
Se reza un Padre Nuestro, un Ave María, y un Gloria. 

SAN RAFAEL ARCÁNGEL

"Glorioso Arcángel San Rafael, medicina de Dios, que guiaste a Tobías en su viaje para cobrar la deuda de Gabelo, le preparaste un feliz matrimonio y devolviste la vista a su anciano padre Tobit, guíanos en el camino de la salvación, ayúdanos en las necesidades, haz felices nuestros hogares y danos la visión de Dios en el cielo. Señor, que diste a tu hijo Tobías como compañero de viaje al Arcángel Rafael, concédenos la gracia de estar siempre protegidos por su custodia y asistidos por sus auxilios. Por Jesucristo Nuestro Señor, que vive y reina por siempre. Amén."

ÁNGEL DE MI GUARDA

Ángel de mi guarda
mi dulce compañía
no me desampares
ni de noche, ni de día
hasta que me pongas
en paz y alegría
con todos los santos,
Jesús, José y María.

Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día
Las horas que pasan,
las horas del día,
si tú estás conmigo
serán de alegría
No me dejes solo,
sé en todo mi guía;
sin Ti soy chiquito
y me perdería
Ven siempre a mi lado,
tu mano en la mía.
¡Ángel de la guarda,
dulce compañía!

Bendita la luz del día
y el Señor que nos la envía.
¡Bendito el Niño Jesús,
bendita Santa María!

Con Dios me acuesto,
con Dios me levanto,
con la Virgen María
y el Espíritu Santo

Cuatro esquinitas
tiene mi cama,
cuatro angelitos
guardan mi alma
Todos le llevan al niño,
yo también le llevaré,
una jarra de manteca
y un tazón de dulce miel.
Todos le llevan al niño,
yo también le llevaré,
las cosas que a mí me gustan
para que goce Emmanuel.
Me ha contado Jesusito:
viene para que yo sea
un angelito en el cielo
y su amigo aquí en la tierra.
Yo le he dicho a Jesusito
que yo seré aquí en la tierra
su amiguito para siempre
y que en el cielo le vea.
Jesusito de mi vida,
eres niño como yo,
mira cuanto que te quiero
que te doy mi corazón.
¡Tómalo! ¡Tómalo!
Tuyo es, y mío no.



ÁNGEL SANTO


Ángel Santo, amado por Dios, que por divina disposición, me has tomado bajo tu protección desde el primer instante de mi vida, jamás has dejado de defenderme, de iluminarme y de guiarme.
Te venero y te amo como protector,  me coloco bajo tu protección y confío profundamente en tu compañía.
Te pido, por el amor de Jesucristo que escuches mis súplicas y las lleves con amor ante Dios, condúceme por el camino seguro cuando mis pasos se desvíen, enséñame, cuando necesite orientación, levántame, cuando mis pies tropiecen, consuélame en la aflicción, protégeme cuando esté en peligro y lleva la súplica que te presento hoy, ante Dios, nuestro Padre y protector. Amén.



Los ángeles y los arcángeles fueron creados por Dios para servirle y servirnos a nosotros.

Son hermosos seres de luz y quieren ayudarte, pero debes llamarlos ya que respetan tu libre albedrío.

Invócalos con fe y tu vida se iluminará de más paz y más amor, de felices coincidencias.

Tienes siempre contigo dos ángeles en tu caminar: El Guardián que te protege y el Guía que te conduce.

Hazte amigo de ellos, ámalos y ponte en sus amorosas manos con una serena confianza.

Puedes contar con más ángeles si lo pides y eliges ser más espiritual y vivir más en el amor.

Se habla de siete arcángeles, pero son muchos más y ojalá los conozcas, los ames y los invoques.

Los ángeles te llevan a Dios y, cuando los acoges, ya nunca más te sientes solo ni desamparado.


Gonzalo Gallo González