Las personas cercanas al
difunto, por la intensidad de su amor y la profundidad de su conexión su oración tendrá mucho efecto.
Khandro Tsering Chódrón, dice
que si uno tiene realmente buen corazón, su intención es realmente buena y reza
por alguien, esa oración será muy eficaz.
Si muere una persona muy
querida y reza usted por ella con verdadero amor y sinceridad, puede tener la
confianza de que su oración será excepcionalmente poderosa.
Cada vez que piense en su
pariente o amigo muerto, cada vez que oiga mencionar su nombre, envíele su amor
a esa persona y ore por ella con tanta frecuencia y durante tanto tiempo como
desee.
Es una obra inmensa de caridad mandar decir misas por el descanso eterno de los difuntos, de las
benditas almas del purgatorio, de las almas olvidadas y abandonadas, por nuestros seres queridos y por los niños no nacidos.
Cuando rece por alguien muy
próximo a usted, puede también, si lo desea, extender el abrazo de su compasión
de modo que sus oraciones incluyan a otras personas muertas: las víctimas de
atrocidades, desastres y hambrunas, o aquellas que murieron y están muriendo
ahora mismo en campos de concentración, como los de China y Tíbet.
Puede también rezar por
personas que murieron hace muchos años, por ejemplo sus abuelos y otros
familiares o las víctimas de las guerras.
Imagínese que sus oraciones se
dirigen especialmente a quienes perdieron la vida en circunstancias de extrema
angustia, pasión o ira.
Quienes han sufrido una muerte
repentina o violenta tienen una necesidad particularmente urgente de ayuda.
Es muy fácil que las víctimas
de asesinato, suicidio, accidente o guerra se vean atrapadas por su
sufrimiento, angustia y miedo, e incluso queden estancadas o en pena.
Cuando ore hágalo con
intensidad y fervor, piense en los rayos de luz que emanan de Nuestro Señor
Jesucristo y de María Santísima derramando toda su compasión y bendiciones.
Imagínese que esta luz
desciende a raudales sobre la persona muerta purificándola totalmente,
liberándola de la confusión y el dolor de la muerte y otorgándole una paz
profunda y duradera.
La ayuda que podemos prestar a
los muertos no se limita a las prácticas de meditación y las oraciones.
También podemos hacer actos de
caridad en su nombre para ayudar a los enfermos y necesitados.
Podemos contribuir en su nombre
a instituciones humanitarias o espirituales, como hospitales, proyectos de ayuda,
hospicios o monasterios.
También podemos patrocinar
retiros dirigidos por buenos practicantes espirituales, o reuniones de oración
presididas por grandes maestros, en lugares sagrados como Tierra Santa.
Podemos ofrecer luz al muerto o
patrocinar obras de arte relacionadas con la práctica espiritual.
Otro método para ayudar a los
difuntos, especialmente practicado en Tíbet y el Himalaya, consiste en salvar
la vida de animales que van a ser sacrificados y devolverles la libertad.
Es importante dedicar todo el
mérito y bienestar que se deriven de estos actos de bondad y generosidad al
beneficio del difunto, así como al de todos los que han muerto.
Es absolutamente esencial para
la paz espiritual del difunto que quienes lo sobrevivan sean armoniosos.
Por eso para nosotros los
católicos es importante hacer el novenario por el difunto, mandarle decir sus
misas, rezar los requiems y rezar el rosario por el eterno descanso del ser
querido fallecido, eso ayuda al difunto, e inspira y fortalece la oración
ferviente en común además que da fortaleza espiritual para manejar y
sobrellevar el duelo.
En la Iglesia de San Francisco
en Bogotá hay una oficina de Tierra Santa y se pueden pagar intenciones para
que los monjes franciscanos de Tierra Santa oren perpetuamente por la persona
fallecida.