Hay una canción que me gusta
mucho: La llorona.
Cuando volví a Colombia de
Madrid, la primera vez, lloré, lloré en el taxi que me llevaba a Barajas,
delante de un extraño, fue un llanto que me vino de bien dentro, de las
entrañas, fue intenso por la experiencia dura que significó Madrid, quería volver pronto, pronto a Colombia.
Luego cuando regresé nuevamente
a Colombia, ese llanto fue diferente, porque le decía hasta luego
a mi nueva familia, a las monjas de la residencia, me hicieron llorar, me dieron un regalo, una sorpresa, a medianoche, unas monjas despidiendo a una colombiana que les revolucionó el corazón. Ellas sacrificaron su sueño
para expresarme su cariño, fue un llanto, de puro dentro, de sentimientos
encontrados, de tristeza y de alegría, es una realidad mi corazón tiene
afectos muy fuertes en dos mundos, dos mundos que no puedo vivir al
mismo tiempo.
En esos meses en España
conocí tanta gente, en tantos lugares, fueron encuentros que viví intensamente,
comprendí el AQUÍ Y EL AHORA, también comprendí lo que es sentirse ciudadana
del mundo, porque se tiene que vivir con todas las fuerzas del alma y del
corazón, ese tiempo corto, que es intenso con personas y lugares nuevos, que
vienen a formar parte de nuestra vida y que nos brinda un cariño inmenso
en tan corto tiempo y vienen a formar parte de esos lazos de afecto y cariño de
nuestra vida.
El momento del hasta luego es
triste y alegre, para ir a otro lugar, con nuevos encuentros y los seguros reencuentros
y dejando huella y llevándose consigo el recuerdo de lo vivido, de la
gente y del lugar.
La única manera de vivir con
alegría y sin apegos el llegar, compartir y luego seguir, es la
concepción y vivencia del AQUÍ Y EL AHORA.
Y luego he regresado nuevamente
a Colombia y lloré por mis inseguridades, me salió nuevamente lo infantil
que soy, porque sentí que no compartí lo suficiente con mis afectos, y
cuando recordé los momentos que sentí calor de hogar fue cuando estuve con
la gente que quiero en Granada y Murcia, lloré porque en la Madrid que ahora me
sedujo, hubo muchos momentos donde me sentí sola.
En fin, una de las
lecciones maravillosas que me ha regalado el viajar, ha sido
aprehender y vivir en toda su extensión el AQUÍ y el AHORA.
Cuando me dedicaron La Llorona,
no pude más que sonreír, porque a mí México,
lindo y querido, lo siento muy cerca de mí, como parte de mi vida, siento
que México ya lo viví. Quiero ir a México, porque
siento que ir a México, es como volver a México. Que extraño.