En Granada, la luna
enciende temprano
los naranjales
de la Alhambra.
Invisible, Federico
deambula
por las callejuelas de la morería,
y en las cuevas del Sacromonte
los gitanos taconean
sobre el tablao de la noche.
Nosotros, invadidos por
la embriaguez de los viajeros,
también vagamos
insomnes y delirantes
por las orillas del Darro,
ilesos caminamos
entre el fuego de las luciérnagas.
Nora Carbonell