miércoles, 27 de agosto de 2014

Como podemos ayudar al ser querido que partió a la Casa del Padre Celestial


Las personas cercanas al difunto, por la intensidad de su amor y la profundidad de su conexión su oración tendrá mucho efecto. 
Khandro Tsering Chódrón, dice que si uno tiene realmente buen corazón, su intención es realmente buena y reza por alguien, esa oración será muy eficaz. 

Si muere una persona muy querida y reza usted por ella con verdadero amor y sinceridad, puede tener la confianza de que su oración será excepcionalmente poderosa.
Cada vez que piense en su pariente o amigo muerto, cada vez que oiga mencionar su nombre, envíele su amor a esa persona y ore por ella con tanta frecuencia y durante tanto tiempo como desee.
Es una obra inmensa de caridad mandar decir misas por el descanso eterno de los difuntos, de las benditas almas del purgatorio, de las almas olvidadas y abandonadas, por nuestros seres queridos y por los niños no nacidos.

Cuando rece por alguien muy próximo a usted, puede también, si lo desea, extender el abrazo de su compasión de modo que sus oraciones incluyan a otras personas muertas: las víctimas de atrocidades, desastres y hambrunas, o aquellas que murieron y están muriendo ahora mismo en campos de concentración, como los de China y Tíbet. 
Puede también rezar por personas que murieron hace muchos años, por ejemplo sus abuelos y otros familiares o las víctimas de las guerras. 
Imagínese que sus oraciones se dirigen especialmente a quienes perdieron la vida en circunstancias de extrema angustia, pasión o ira.
Quienes han sufrido una muerte repentina o violenta tienen una necesidad particularmente urgente de ayuda. 

Es muy fácil que las víctimas de asesinato, suicidio, accidente o guerra se vean atrapadas por su sufrimiento, angustia y miedo, e incluso queden estancadas o en pena.

Cuando ore hágalo con intensidad y fervor, piense en los rayos de luz que emanan de Nuestro Señor Jesucristo y de María Santísima derramando toda su compasión y bendiciones. 

Imagínese que esta luz desciende a raudales sobre la persona muerta purificándola totalmente, liberándola de la confusión y el dolor de la muerte y otorgándole una paz profunda y duradera.
La ayuda que podemos prestar a los muertos no se limita a las prácticas de meditación y las oraciones. 
También podemos hacer actos de caridad en su nombre para ayudar a los enfermos y necesitados. 

Podemos contribuir en su nombre a instituciones humanitarias o espirituales, como hospitales, proyectos de ayuda, hospicios o monasterios.
También podemos patrocinar retiros dirigidos por buenos practicantes espirituales, o reuniones de oración presididas por grandes maestros, en lugares sagrados como Tierra Santa. 
Podemos ofrecer luz al muerto o patrocinar obras de arte relacionadas con la práctica espiritual.
Otro método para ayudar a los difuntos, especialmente practicado en Tíbet y el Himalaya, consiste en salvar la vida de animales que van a ser sacrificados y devolverles la libertad.

Es importante dedicar todo el mérito y bienestar que se deriven de estos actos de bondad y generosidad al beneficio del difunto, así como al de todos los que han muerto.
Es absolutamente esencial para la paz espiritual del difunto que quienes lo sobrevivan sean armoniosos.
Por eso para nosotros los católicos es importante hacer el novenario por el difunto, mandarle decir sus misas, rezar los requiems y rezar el rosario por el eterno descanso del ser querido fallecido, eso ayuda al difunto, e inspira y fortalece la oración ferviente en común además que da fortaleza espiritual para manejar y sobrellevar el duelo.
En la Iglesia de San Francisco en Bogotá hay una oficina de Tierra Santa y se pueden pagar intenciones para que los monjes franciscanos de Tierra Santa oren perpetuamente por la persona fallecida.