miércoles, 23 de marzo de 2011

De nuevo en Granada


No lo puedo creer, me he ganado una beca y los planetas se han alineado y las estrellas conspirado para regresar a Granada, viviré tres meses aquí.

Para no perder la costumbre llegué a las 11 y 30 de la noche a Granada, es invierno. En Madrid al bajar del avión, no me puse el gorro, ni guantes, ni bufanda, sentía que me daban una cachetada cada vez que cambiaba de estación en el metro.

Hace un frío tremendo, está lloviendo, no conozco a nadie, ni conozco la ciudad, no sé donde voy a vivir, no llevo paraguas, ha llegado a Granada una niña mimada, malcriada y sobreprotegida de treinta y seis años que nunca ha vivido sola y que además de su pequeña maleta verde esperanza y su morral del mago, trae un montón de miedos, cucarachas en la cabeza y enredos en el corazón... sabe, aunque no sabe como, que algo bueno le traerá, este lugar tan ajeno y desconocido.

Llego al hotel de la primera vez, no han pasado cinco meses y no recuerdo bien como llegar, me llegan pistas, llevo un día completo sin dormir, más diez horas de vuelo despierta, más el tiempo en Méndez Álvaro despierta, más las horas del trayecto despierta... y de nuevo el hechizo, la ciudad viva e iluminada... el lugar que me atrapó, estoy de nuevo en Granada y muy cerca del hotel. Son las doce de la noche.